Quilapán de Baldomero Lillo

Un cuento que muestra como la propiedad de la tierra y la explotación de los recursos naturales extermina a los pueblos indígenas y niega a las visiones no extractivistas.

Todos los pueblos originarios de América sufrieron el impacto de la invasión europea iniciada con la llega da de Cristóbal Colón en 1492, sin embargo, luego de los procesos independentistas, siguieron sufriendo el saqueo y el despojo de parte de las nuevas elites criollas y sus Estados nacionales. La propiedad de la tierra y la explotación de los recursos naturales que progresivamente fueron adquiriendo la tonalidad capitalista en todos los territorios, redujo a los pueblos indígenas a parcelas ínfimas del espacio local y contradijo abiertamente las cosmovisiones y culturas no extractivistas.

De esto nos habla el cuento “Quilapán” escrito por Baldomero Lillo (1867 – 1923) y publicado originalmente en 1907 como parte del libro “Sub-Sole”. La historia trata de un joven mapuche (Quilapán) que vivía tranquilamente junto a su familia en algún lugar de la zona sur del territorio dominado por el estado chileno, que no quiso vender su pequeña porción de tierra al poderoso hacendado (Don Cosme) que tenía de vecino y que de hecho ya había logrado adquirir “a precio de huevo” casi todos los predios y terruños del sector. Finalmente, Don Cosme apoyado por un corrupto funcionario público, obtuvo un documento falso de compra venta y arremetió violentamente contra Quilapán y toda su familia.

Probablemente algunos/as lectores y lectoras esperarán la “vuelta de mano” de Quilapán y los suyos, pero Baldomero Lillo que es considerado el fundador del denominado “realismo social” en la literatura chilena, se conforma con narrar de manera impecable y drástica las injusticias que están en la base de nuestra actual sociedad, sin inventar soluciones mágicas ni complementar con reparaciones aún inexistentes. Este cuento no solo conmueve por el talento literario que le valió de manera póstuma, el Premio Nacional de Literatura en 1947, sino también por todo el peso de la historia de las y los oprimidos/as, esa que lamentablemente aún no se revierte de ninguna forma.

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