El Día Antes de la Revolución de Ursula K. Le Guin. El Anarquismo Encarnado y las Potencias de la Imaginación

Más que proyectar los objetivos ideológicos y métodos práctico-morales, lo que verdaderamente le interesa a Ursula K. Le Guin es contar la historia de una mujer en sus circunstancias cotidianas y materiales; como el anarquismo encarnado, con todas sus dificultades, entrelazamientos y contradicciones.

por Sharon Valerdi Lozano y María Elena Aburto Mendoza

Al hablar de anarquismo podemos pensar que disponemos de una definición única o un conjunto de principios. Y nuestras maneras de actuar, desear y relacionarnos se basan en lo que consideramos que es nuestro interés común, ya sea como adhesión o rechazo a determinadas lógicas o dinámicas. Sin embargo, ¿Qué importancia damos a las fricciones que ocurren en las instancias que nos convocan? ¿Qué otras maneras de relacionarnos son posibles? ¿Cómo surgen otras potencias inventivas al habitar los espacios dados?

En esta oportunidad, quisiéramos pensar desde la intersección entre política y estética, en la potencialidad de la literatura para intervenir y modular la experiencia sensible, ya sea en los modos de hacer y hacer visibles (Rancière, 2009, p. 10). De modo que recuperar la obra de la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin (1929-2018) nos lleva a imaginar maneras inéditas o posibles de experimentar otros mundos.

Dentro de la producción narrativa de Ursula K. Le Guin, descrita a menudo como especulativa o de ciencia ficción, destaca “El Día Antes de la Revolución” (Le Guin, 2018), un relato publicado originalmente en 1974 en la Revista Galaxy Science Fiction, y ganador de prestigiosos premios como Nébula (1974) y Locus (1975).

La historia se centra en Odo, una mujer líder de la revolución, de la cual surge el odonianismo, una sociedad anarquista que apareciera anteriormente en otra ficción de Ursula K. Le Guin: “Los Desposeídos”.

En el prólogo a “El Día Antes de la Revolución”, la autora expone su clara afinidad con el anarquismo, la cual constituye, en sus propias palabras, “la más idealista, y la más interesante de todas las teorías políticas” (Le Guin, 2018, p. 10).

Sin embargo, más que proyectar los objetivos ideológicos y métodos práctico-morales, lo que verdaderamente le interesa a Ursula K. Le Guin es contar la historia de una mujer en sus circunstancias cotidianas y materiales; no únicamente como la ideóloga del movimiento que llevará su nombre exitosamente, sino como el anarquismo encarnado, con todas sus dificultades, entrelazamientos y contradicciones. Tal como señala la autora: “agradecí sumamente cuando Odo apareció de entre las sombras y atravesó el abismo de lo probable pidiendo un relato, no sobre el mundo que construyó, sino sobre sí misma” (Le Guin, 2018, p. 11).

Este desplazamiento narrativo no radica en el “qué” contar sino especialmente en el “cómo”. Ya en su ensayo “La Teoría de la Bolsa de Ficción”, Le Guin (2022) planteaba la necesidad de producir historias alternativas a los grandes relatos unitarios. Precisamente, “El Día Antes de la Revolución”, al ensayar otros modos de contar y hacer contar, otorga relevancia a aspectos menores o que no suelen incluirse en las historias de revolución o de liderazgo de grandes movimientos.

A partir de lo anterior, sostenemos como hipótesis preliminar que el relato da cuenta de un anarquismo encarnado no sólo a nivel ficcional, al presentar a la mujer fundadora de la sociedad, sino además a nivel político, ya que al proponer otros modos de contar actúa des-organizando el principio unitario que sostiene la idea de un horizonte común.

Inspirándonos en este relato, podemos preguntarnos cómo sería vivir el anarquismo hoy, en nuestras propias vidas en el 2025. ¿Se tratará de hacer la revolución? ¿Se tratará de buscar la vida en comunidad? ¿Será posible en lo concreto? ¿Qué significa hoy vivir en comunidad? ¿Qué posibilidades reales tenemos y qué queremos al respecto? Dicho de modo, ¿A qué estamos dispuestes?, para abrir esta pregunta a las distintas multiplicidades que nos escuchan y a las distintas respuestas que puedan surgir y en los alcances que cada una de ellas tiene en sus cotidianidades.

¿Cuáles son las posibilidades de vivenciar el anarquismo? Úrsula K. Guin (2018, p. 34), plantea esta pregunta de esta forma en su relato: “¿Qué es un anarquista? Alguien que, al elegir, acepta la responsabilidad de su elección” ¿Qué quiere decir esto? De partida, alguien que persigue elegir, lo que implica buscar hacerse consciente de qué y cómo elegimos, de la existencia de estructuras que nos condicionan a elegir un género, una forma de vida, un trabajo, una estética, y a naturalizar estas elecciones como las únicas alternativas. Ya, el cuestionar, el apreciar de que existen otras posibilidades, de que nuestras elecciones podrían no ser propias, sino estar al servicio de un sistema, es un montón, es un gran comienzo que nos puede llevar a hacernos cargo, responsables, a decidir qué queremos hacer con “esta verdad”.

Ahora, esta responsabilidad se manifiesta en un ámbito molecular. “La característica de lo ‘molecular’ es que las líneas de fuga se unen a las líneas objetivas de desterritorialización del sistema y crean una aspiración irreversible hacia nuevos espacios de libertad.” (Guattari, 2017, p. 119). A pesar de las dificultades para modificar completamente determinadas instituciones o aspectos estructurales que condicionan la vida colectiva, es preciso encarnar una propia vida, es decir, posibilitar un margen de libertad no solo materialmente sino principalmente en el campo subjetivo, a nivel de nuestros deseos.

¿Se trata de unificar lo social bajo códigos predeterminados o de coexistir con las diferencias? ¿Qué espacios abrimos o creamos para el disenso? Odo, la protagonista, a menudo explicita el conflicto que tiene con su propio cuerpo. Aquel cuerpo que, aunque en el podio proyecta una voz elocuente y poderosa, en otras ocasiones le parece espantoso, incapaz de responder al ritmo y ajetreo que exige su posición de liderazgo:

Mirarse a una misma y verse espantosa, ¡menuda historia! Aunque, ¿y antes, cuando no era espantosa? ¿Se había sentado a observarse de ese modo? ¡No mucho! Un cuerpo en condiciones no es un objeto, no es un instrumento, no es una posesión digna de admiración, no es más que una, tú. Sólo cuando el cuerpo ya no eres tú, sino tuyo, algo que se posee, se preocupa una por él: ¿está en buen estado? ¿Servirá? ¿Durará? (Le Guin, 2018, p. 16).

Su cuerpo es materialmente precario, pero también de una potencia vital que reclama su derecho de existir. La inquietud por su propia corporalidad (sus dedos, uñas, arrugas, etc.) permite generar preguntas acerca del lugar que este ocupa en una estructura social centrada en la productividad, la cual tiende a reducir a las personas a su aspecto funcional, tanto como a controlar a través de las expectativas.

Por ende, el conflicto que encarna Odo, más que constituir una debilidad o una comprobación de cierta derrota frente a las exigencias de rendimiento, pone de manifiesto al mismo tiempo los límites de la auto – explotación, el propio cuerpo y la propia vitalidad. Este cuerpo que es capaz de verse y aceptar la imposibilidad de integración a una sociedad antagonista, habilita posibilidades de autodeterminación del sujeto, más allá de las lógicas e intereses dados.

Odo abre temas interesantes respecto a las reflexiones que hace en torno a su cuerpo, nos habla del capacitismo y también del capital erótico, ambos valores presentes en la sociedad actual, frente a los que tenemos mucho que cuestionar desde el anarquismo; nuevamente, primero, siendo conscientes que existen en los distintos discursos que nos rodean, que afectan a las personas materialmente, en sus posibilidades de acceso, por ejemplo a un trabajo, a relaciones sexuales, a comunidades, a accesos a privilegios, y anterior a ello, a condiciones de cuidado.

Asimismo, Odo experimenta el cuerpo como una externalidad, o más bien como algo extraño cuando deja de ser funcional. Dicho de otro modo, la extranjeridad de lo disfuncional; como si la salud, la belleza, la funcionalidad, la perfección fuesen lo normal y las imperfecciones, los fallos, los llamados fracasos, términos, muertes fuesen acontecimientos de los que hay que huir, y no parte de la vida.

Tal vez, por allí podamos encarnar el anarquismo, en la aceptación de nuestros cuerpos y todos los cuerpos, humanos, animales, inertes, como parte de una totalidad, que no se trate de la naturaleza como un lugar al que vamos, sino que está en todo. De la aceptación de los ciclos de la vida, lo que involucra procesos personales, que se enriquecen al vivirse en colectivos, donde cada quien aporta, generándose una multiplicidad de experiencias, a partir de las que podríamos intentar elegir con cuáles nos quedamos, en base a un ejercicio crítico en torno a cómo el sistema ha construido estas subjetividades, sus consecuencias y a qué estamos dispuestes. Tal vez de esto se trata hoy encarnar el anarquismo, de lo que estamos haciendo en este momento, en este espacio.

Odo cuestiona los privilegios que se le conceden en su calidad de fundadora y líder: “Tenía esta habitación grande para ella sola únicamente por ser una anciana que había sufrido una apoplejía. Y quizás por ser Odo. Si no hubiera sido Odo, sino sencillamente la anciana del derrame, ¿tendría ese dormitorio? Muy posiblemente. Después de todo, ¿quién demonios querría compartir habitación con una vieja que babea? Aunque era difícil estar segura. El favoritismo, el elitismo y el culto al líder se colaban sigilosos y afloraban en cualquier parte. Sin embargo, ella nunca había esperado verlos erradicados en vida, en una generación.” (Le Guin, 2018, p. 17). Al respecto, otra forma de encarnar el anarquismo se relacione con esto, primero, con ser consciente de los privilegios que otorgamos a ciertos seres, por ejemplo, a nosotres mismes, a las personas con quiénes nos relacionamos sexoafectivamente, a las personas que consideramos de nuestra sangre, generalmente, puede tener que ver con quiénes pensemos que se parecen a nosotres, porque comparten nuestros pensamientos, lugar donde habitamos. No se trata se juzgar a quiénes lo hacen, pues todes lo hacemos, pero sí, de hacernos conscientes de ello, para luego decidir qué deseamos cambiar al respecto, si deseamos hacernos cargo del costo que ello pueda implicar en nuestras vidas.

Encarnar el anarquismo podría ser pensar, dejar de vivir como autómatas, mirar otras posibilidades, decidir haciéndonos cargo. Eso es vivir despiertes, lo que pudiese implicar vivir realmente, en conexión con los procesos de la vida, lo imperfecto, entender que nuestras emociones son parte del cuento, que nos permiten protegernos. Esa es la libertad a la que podemos aspirar y puede ser una experiencia maravillosa. Todo ello, se puede reflejar en la siguiente reflexión de Odo:

Nunca había temido ni despreciado la ciudad. Era su territorio. No habría suburbios como aquél si triunfara la Revolución. Aunque habría pobreza. Siempre habría pobreza, basura y crueldad. Ella nunca había pretendido estar cambiando la condición humana, ser la madre que aleja lo trágico de los niños para que no se hagan daño. Nada de eso. Toda vez que la gente tuviera la libertad de elección, si decidían beber veneno y vivir en las cloacas, era asunto suyo. Eso sí, siempre y cuando aquello no fuera el negocio de los Negocios, fuente de beneficios ni una forma de poder para otra gente”. (Le Guin, 2018, p. 59)

Por lo anterior, atendiendo al título “El Día Antes de la Revolución”, las transformaciones no deben ser modeladas para y por un futuro o una proyección unificada de nuestras concepciones colectivas o generales, sino qué otros futuros se abren en nuestro presente, qué otras formas de relación se despliegan a pesar de las alternativas reducidas y formas de captura capitalista que determinan la vida política, de qué somos capaces en los espacios de encuentro entre cuerpos en tanto que heterogéneos.

Referencias

Guattari, Félix. “La Revolución Molecular”. (1977). Madrid: Errata Naturae, 2017.

Le Guin, Ursula K. “La Teoría de la Bolsa de la Ficción”. (1988). Prólogo de Donna Haraway y trad. de Luciana Chieregati, Guadalupe Alfaro, Ibon Slavador. Buenos Aires: Rara Avis, 2022.

Le Guin, Ursula K. “El Día Antes de la Revolución”. (1974). Editorial Nórdica, 2018.

Rancière, Jacques. “El Reparto de lo Sensible. Estética y Política”. (Trad.) Cristóbal Durán, Helga Peralta, Camilo Rossel, Iván Trujillo y Francisco de Undurraga. (2009). Santiago de Chile: Lom.

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