Ruido Gris de Pepe Rojo
Varias veces al día un indicador amarillo se prende en mi ojo derecho y escucho una voz que me pregunta si tengo algo, que tienen un tiempo muerto y que hace varios días que no transmito nada. Simplemente no contesto, cierro los ojos y me quedo callado…
Un sujeto desencantado de la vida utiliza todos los recursos que tiene para costear la intervención quirúrgica que permitirá el funcionamiento de una cámara digital en la retina de sus ojos, un audífono al interior de su oído y un transmisor portátil en su propio cerebro. Sin pensarlo mucho, se ha transformado en un ciborg que cumple la función de reportear en terreno lo que sucede en una desgastada, individualista y violenta sociedad que podría ser esta, quizás una sociedad futura o al menos, una alternativa posible tal como van las cosas.
Pepe Rojo nos deleita con un cuento ágil y aterrador, no porque presente trágicas muertes y hechos lamentable, que por cierto los tiene, sino porque nos relata la indiferencia de quienes observan in situ estos hechos y también de quienes presencian a través de los medios de comunicación los mismos sucesos, pero en formato de programa de diversión o anuncio publicitario.
La pregunta por la función social de los medios de comunicación es inherente al transcurso de esta historia, al parecer la mercantilización de la vida y el afán de obtener utilidades económicas hace que la antigua idea informar se transforme en el cuento (y en nuestra sociedad), en generar impacto en las audiencias para lograr así, nuevas ganancias.
Acá la tecnología lejos de facilitar la vida de las personas se presenta como la vida misma, lo que ocurre en las pantallas es lo real y lo que no es transmitido pareciera no existir o por lo menos carece de importancia. Así, de acuerdo con el impacto que generen las situaciones que cada ciborg reportero logre observar y transmitir, será el sueldo que recibirá a fin de mes, por lo que en vez de presenciar lo que realmente está sucediendo, muchos intentarán aumentar los grados de violencia, morbosidad o dolor para así conquistar una mayor audiencia. La deshumanización que esto conlleva va mucho más allá de los implantes cibernéticos en los cuerpos de estos reporteros, sino también se apodera de los sentidos y la personalidad de quienes asumen este rol.
Sin embargo, la adrenalina inicial de nuestro antihéroe pronto se transforma en tedio y sin sentido, pues su intimidad o vida social-privada propiamente tal, también han dejado de existir y ahora, todas sus vivencias giran en torno a los ranking y medidores de impacto de los medios de comunicación (¿No como ahora o si?). Pasear, comer, tener sexo o una conversación con amigos puede ser objeto de una transmisión se los editores consideran que puede tener algún atractivo para los diferentes segmentos de público, tal como si se tratase de la última sofisticación de los reality show actuales.
Este cuento que podría inscribirse como fiel representante del ciberpunk literario, fue publicado el 2020 por el Fondo de Cultura Económica en su colección de bajo costo Vientos del Pueblo y es una lectura absolutamente recomendable para penar los tiempos que vivimos y la sobreexposición del que muchas personas son parte a través de diferentes redes sociales.