La Pedagogía Libertaria como Elección Política de Ani Pérez
Insistamos en que toda acción pedagógica es una acción política, en que elegir una pedagogía es elegir una política.
La función social de la escuela en las sociedades capitalistas es preparar a las nuevas generaciones para su adecuada incorporación a la estructura de clases imperante, es decir, lograr que desarrollen los conocimientos, actitudes y habilidades que les permitan el ingreso al mundo laboral y la ciudanía liberal. En este sentido, surge entonces la pregunta por las posibilidades de desarrollo de las pedagógicas alternativas y especialmente por la educación libertaria.
Al respecto, la Doctora en Educación Ani Pérez Rueda sostiene que las escuelas alternativas no constituirían verdaderas posibilidades de liberación para los movimientos sociales, básicamente porque suelen ser muy caras y por ello privativas para sectores acomodados de la sociedad; pero también porque se posicionan desde una verdadera invisibilización de los fundamentos políticos de cualquier vertiente pedagógica.
“Estas pedagogías se basan en concebir que educar es extraer potencialidades innatas de los niños. En contextos de izquierdas, esta idea se justifica con que educar es violento y autoritario. En las pedagogías alternativas incluso no hablan de educar, sino de acompañar el despliegue de la propia individualidad”[1]. Lamentablemente, desde esta perspectiva, no reconoce que esa individualidad surge de un contexto capitalista y patriarcal, por lo que sino se intenciona decididamente la adquisición de otros conocimientos, actitudes y habilidades definidos desde el análisis crítico de esa realidad y no desde el “deseo” o la “curiosidad” individual, no se podrá transformar esta realidad y terminaremos reproduciéndola inexorablemente.
Frente a esta disyuntiva pedagógica y política, las y los anarquistas debemos: [2]
1. Hablemos de pedagogía libertaria y nos cuestionemos y visibilicemos lo que es y lo que no como forma de acabar con su estigmatización (asociada a la estigmatización del anarquismo). Esto tiene que ver, por un lado, con visibilizar que la pedagogía actual más transformadora no podría entenderse sin las aportaciones del anarquismo, a pesar de que se trate de una pedagogía desconocida, incluso para la mayoría de quienes se dedican a la educación. O con que utilicemos la etiqueta de libertaria en nuestros proyectos, o con que visibilicemos los valores que sustentan el proyecto. Pero también con rebatir discursos y argumentos en favor de la neutralidad y la despolitización, que consideran todo posicionamiento en educación como adoctrinamiento.
2. Insistamos en que toda acción pedagógica es una acción política, en que elegir una pedagogía es elegir una política. Si no insistimos en esto, ocurrirá lo que ya nos ha ocurrido en el pasado: que muchas ideas de la tradición libertaria han sido incorporadas al tejido del sentido común pedagógico separadas del análisis crítico de la sociedad y, por lo tanto, a costa de perder las finalidades para las que habían sido pensadas, pues el capitalismo tiene una enorme capacidad para apropiarse de los términos, incluso de los que tuvieron origen en los márgenes desde los que se opone resistencia, y resignificarlos de acuerdo a sus propios intereses. Además, aunque en la década de 1970 la pedagogía libertaria era un tema de debate recurrente en Europa ―y en el Estado español especialmente tras la muerte de Franco―, a partir de la década de 1980 la atención que se le prestaba comenzó a disminuir y en la actualidad las pedagogías alternativas parecen más preocupadas por cuestiones más micro, psicologicistas y tecnicistas que por el cuestionamiento de la realidad social. Un ejemplo es el interés que se ha despertado por la neurociencia aplicada a la educación alternativa.
3. Nos planteemos y tratemos de dar respuesta a la pregunta “¿qué aprendizajes necesitamos para conquistar nuestra libertad en esta sociedad capitalista, patriarcal, etc.?”. Eso es lo que una escuela o proyecto libertario debería trabajar, planteándose antes y durante, así como en cada contexto o situación, si optará por una tendencia no directiva o una sociopolítica.
4. Encontremos fórmulas para hacer nuestros proyectos más accesibles y sostenibles, para construir proyectos autogestionados y anticapitalistas en una sociedad heterogestionada y capitalista. En definitiva, que aumentemos la coherencia entre nuestros discursos y nuestras prácticas o, en otras palabras, que bajemos nuestros discursos a la práctica.
5. Sigamos con las luchas fuera de las escuelas, tanto las luchas sociales en general como las que tienen que ver con la educación y la crianza. Sobre esto, termino con dos frases. Silvio Gallo decía que “fundar una escuela nueva en el interior de la sociedad vieja sin preocuparse de organizar un trabajo revolucionario para transformar paulatinamente las estructuras sociales sería condenar a esta escuela al fracaso”. Y en lo que respecta a la pedagogía, Daniel Parajúa dice: “La educación libertaria no es simplemente un objeto de análisis minucioso o de veneración intelectual. No es patrimonio de ningún experto: la educación libertaria hay que sacarla de sus discursos, tiene que estar con los pies en el suelo, en la calle, en el día a día de los centros y espacios educativos, permanentemente confrontada con las cosas que ocurren, si no es un mero ejercicio intelectual para tranquilizar algunas conciencias”.
[1] https://www.elsaltodiario.com/educacion/ani-perez-pedagogias-alternativas-agravan-desigualdades-de-clase
[2] Fragmento de la charla «Actualidad de la Pedagogía Libertaria», dentro del coloquio organizado por el Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de CNT-AIT Madrid que tuvo lugar el 20 de octubre de 2017.