Hacia la Consolidación del Anarquismo

El poco compromiso político de algunos/as anarquistas se refleja en que, quienes luego de pasar por el anarquismo terminan militando en algún partido de izquierda o recordando entre risas con sus amigos/as oficinistas su loca etapa “rebelde”. Entonces el anarquismo es: ¿Una moda juvenil o una propuesta política seria?

Una crítica a la pasividad del individuo.

El anarquismo como propuesta política revolucionaria nos entrega una serie de herramientas, las cuales podemos tomar y desde ahí ejercer un trabajo crítico, serio y perdurable en el tiempo para hacerle frente a las injusticias impuestas por este sistema patriarcal y capitalista. Este injusto modelo solo trae miseria y precariedad a un grupo mayoritario de personas, mientras que otro segmento, muy minoritario, goza de toda la riqueza tanto material e intelectual acumulada por nuestros/as antepasados/as.

En este sentido, es que La Idea Anarquista se posiciona como una opción real y concreta para combatir a los males provenientes de la explotación y opresión que nos ejercen los burgueses y el Estado.

Sin embargo, dentro de las diversas organizaciones anarquistas y sociales hay poca claridad y una mezcolanza de los pilares que fundamentan esta teoría política. Esto, sumado a la poca proyección de sus trabajos da como resultado acciones algo “tibias”, con poca implicancia o sin miras al futuro. O sea, realizarlas solo porque hay que hacerlas. Sin ánimos de planificarlas para que resulten lo mejor posible, sino que dando el mínimo de sí mismos/as.

En este sentido, es que se refleja un sentimiento de conformismo con lo realizado. El poco compromiso político de algunos/as anarquistas se refleja en que, quienes luego de pasar por el anarquismo terminan militando en algún partido de izquierda o recordando entre risas con sus amigos/as oficinistas su loca etapa “rebelde”. Entonces el anarquismo es:

¿Una moda juvenil o una propuesta política seria?

El capitalismo comienza a meter sus garras en nuestras mentes a muy temprana edad, de hecho, desde antes de nacer ya nos predisponen a términos binarios como el de hombre y mujer. Celeste para la primera opción y rosado para la segunda. Una vez que nuestras madres nos dan a luz, comenzamos con los procesos de sociabilización necesarios para nuestro desarrollo en comunidad.

Así mismo se nos inculcan lógicas propias del sistema hegemónico y de las cuales no somos conscientes. Como consecuencia, repetimos durante prácticamente toda nuestra vida consciente o inconscientemente lógicas machistas, autoritarias y adultocéntricas. De este mismo modo es que también algunos/as pasamos gran parte de nuestras vidas desaprendiendo dichos comportamientos.

A lo anterior se nos suma la violencia ejercida y vivida en los entornos sociales más empobrecidos, donde la droga, el narco y microtráfico, la prostitución, el hacinamiento, las armas y la intimidación, son pan de cada día. Además de todo esto, se le suma la violencia dentro del hogar, donde sin lugar a dudas las mujeres se llevan la peor parte.

Todos estos factores constituyen el imaginario social de las personas que legitiman el sistema de dominación y limitan su capacidad para ver e imaginar una realidad distinta a la cual están acostumbrados/as. De hecho, cualquier propuesta que se les presente, la pensarán como algo “irreal”, “utópico” y si es que enganchan un poco, probablemente dirían que son proyectos “poco serios”. Es aquí donde juegan un papel fundamental las organizaciones anarquistas. Entendiendo todo este contexto es cuando podemos comenzar profundizar en el tema con mayor precisión.

En el incipiente movimiento anarquista actual, comienzan a surgir una serie de organizaciones anarquistas de carácter más “social”, o sea, que retoman los principios más clásicos de La Idea, buscando y creando espacios de organización desde y para la clase oprimida y explotada, espacios que apuntan a una transformación radical de la sociedad pero situadas en el contexto actual.

Una de las problemáticas que esto nos pone sobre la mesa, trata sobre la participación de compañeros/as anarquistas o afines a La Idea. Quienes dentro de estos nacientes espacios optan por una actitud de “bajo perfil”. Ya sea por timidez, por el que dirán o por no contar con las habilidades necesarias para poder desarrollar un argumento y exponerlo de forma elocuente a la organización. Adoptando entonces una actitud pasiva frente a las decisiones y discusiones que se puedan dar.

Entonces, la pasividad como rasgo de una persona, proviene de los acontecimientos que experimenta cada sujeto/a. Sin embargo, nuestras vidas están modeladas por la sociedad capitalista, la cual opera bajo distintas instituciones, las que se encargan de implantar dentro de nosotros/as ciertos parámetros para que seamos seres funcionales en el engranaje de la sociedad actual.

La principal institución encargada de adaptarnos a la sociedad es la escuela, ya que es allí donde pasamos gran parte de nuestros días sociabilizando con distintas personas, pero también donde se nos imponen estrictos horarios, normas y reglas, las cuales sin lugar a dudas nos moldean como persona.

En dicho lugar, se crean sujetos funcionales a las lógicas del trabajo capitalista, perpetuando así también la sociedad de clases. Nos referimos a que seamos: dóciles, sumisos/as, obedientes y que aceptemos todo lo que nos impongan sin rechistar.

Tristemente, somos los/as pertenecientes a las clases más bajas, quienes nos vemos mayoritariamente afectados/as al pasar por este proceso de “normalización”. Estas características marcan una tensión en nuestras vidas, pues tal como otros comportamientos indeseados, se inmiscuyen en nuestra cotidianeidad.

En términos personales, esta actitud un tanto indiferente termina siendo la posición más cómoda, ya que se evita exposición alguna de la persona. Sin embargo, en términos colectivos, puede llevar a mermar toda posibilidad de retroalimentación o aún peor, en muchas de las asambleas, pues abundan la multiplicidad de pensamientos y muchas veces habrá que entrar a debatir. El ejercicio constante de algunas habilidades nos permitirá desarrollar una caja de herramientas que podremos utilizar cada vez que sea necesario. Mientras más veces ejercitemos y mientras más variadas sean las condiciones, de mejor forma podremos ajustarnos a los diversos desafíos que se nos presenten.

De esta forma conseguiremos nuestros objetivos, si además de trabajo en comunidad, le incorporamos la suma de nuestras habilidades personales. Habilidades que debemos estar practicando contantemente para poder ser eficaces al momento de realizar nuestro trabajo y ayudar a los/as demás a que también lo sean.

Entonces, se presenta una dualidad simbiótica entre lo comunitario y lo individual, en donde una comunidad crece cualitativamente tanto como lo hacen los/as individuos que la componen y viceversa.

“(…) Pero el anarquismo no es solo eso, sino que es también la tensión de la vida, de la calidad, aquella fuerza que conseguimos sacar de nosotros/as mismos/as cambiando la realidad de las cosas. Y el anarquismo es el conjunto de este proyecto de transformación unido al proyecto que se realiza en el interior de nosotros/as mismos/as, con el progresar de nuestro cambio personal». [1]

En este mismo camino por mejorar nuestra persona y lo que nos rodea, es cuando se presenta otra de las tensiones asociadas a la pasividad, pero en un campo más “intelectual”. Me refiero al abandono de la curiosidad,  el abandono al músculo más importante de nuestro cuerpo, el abandono a “aquella fórmula mágica que nos hace invencibles, el cerebro” [2] recita una conocida canción de punk.

Cuando se trata de política, lo mejor es tener nuestras ideas claras, pues mientras más claras las tengamos, más fácil será expresarlas y explicarlas. En el mundo del anarquismo y en su propaganda, abundan palabras como “apoyo mutuo”, “solidaridad”, “organización”, “acción directa” o “autogestión”. Son palabras llamativas, pero,

¿realmente entendemos de lo que estamos hablando?

Por ejemplo, cuando hablamos de esta última, ¿hablamos de la autogestión propuesta por los/as anarquistas o por la manipulada idea de “autogestión” instalada por el capitalismo? Tienen la misma cantidad de letras, se escriben igual, pero huelen totalmente distinto.

En este sentido, se hace totalmente necesario desarrollar aquel espíritu autodidacta, despojarnos de la necesidad de tener un profesor/a o maestro/a frente a nosotros/as para poder ir generando nuestros propios aprendizajes y en consecuencia, entregarles de forma humilde estos conocimientos a nuestros pares.

Entonces, cuando manejemos conceptualmente los pilares de nuestra propuesta, más claridad tendremos frente a ciertos asuntos. Más agudos podrán ser nuestros análisis de la realidad y por lo tanto, se nos hará mucho más sencillo defender nuestros planteamientos frente a los/as detractores/as de La idea que podamos encontrarnos en nuestro camino.

Debemos ser capaces, gracias a nuestro manejo de habilidades sociales y al manejo conceptual de nuestras ideas, de proponer actividades a la comunidad, de asumir responsabilidades y cumplirlas en los tiempos acordados libremente.

Mantenernos motivados/as y con energía es primordial al momento de participar en actividades comunitarias, pues así como nos mantenemos estimulados/as, podemos estimular al resto y en consecuencia, más fácil nos acercaremos a la gente. Mas sencillo se nos hará generar lazos con personas que al igual que nosotros/as, se ven afectados/as por la precariedad impuesta por el Estado y el Capital.

Entonces, este último punto podremos superarlo o así es de esperarse, generando una unión armoniosa entre el manejo de habilidades sociales y el manejo conceptual de nuestras ideas. Así se nos hará más sencillo ser consecuentes con nuestro discurso y podremos tomar mayor implicancia en las tareas por realizar en nuestro entorno.

Finalmente, al estar inmersos/as en esta realidad, es que como libertarios/as debemos tener en consideración nuestros comportamientos y actitudes, planteándonos así estas situaciones como tensiones cotidianas de nuestra vida. Avanzando un número de pasos y mirando el recorrido constantemente para cuestionarnos el hecho de qué tan bien vamos en nuestro camino, el cual solo trazaremos tomando decisiones, equivocándonos, cayéndonos y volviendo a levantarnos cuantas veces sea necesario.

Al mismo tiempo debemos inspeccionarnos hasta tocarnos la medula, ser capaces de escarbar dentro de lo más profundo de nosotros/as y ver qué actitudes son contraproducentes a la hora de realizar acciones con nuestros pares, con nuestros/as compañeros/as.

Es por esto que hacemos el llamado explícito a atrevernos a hacer cosas grandes. A jugarnos todas nuestras cartas por crear espacios en donde podamos autogestionar asuntos tan fundamentales, tan necesarios, como la educación, la salud, la alimentación y lo que la comunidad quiera o necesite. A transformar nuestra cotidianeidad y demostrar que podemos crear organizaciones iguales o más funcionales que las que operan bajo las lógicas verticales del capitalismo.

Por lo tanto, para conquistar nuestra libertad, debemos alzar la voz. Esta no se conseguirá en bandeja de plata, ni vendrá alguien más a hacerlo por nosotros/as. Debemos atrevernos a expresar nuestros ideales. Demostrar nuestros sentimientos más bellos hacia el bienestar de toda la humanidad, y que en cada gesto de nuestras acciones se vean reflejadas dichas convicciones.

Somos más que unos/as jóvenes que pasan por su “etapa rebelde”, somos personas que se declaran en guerra contra esta sociedad injusta, que estamos dispuestos/as a dedicarle tiempo y esfuerzo a proyectos que a futuro nos enorgullezcan. A proyectos que nos ayuden a cimentar la autogestión tan necesaria para generar la vía a la revolución social, el camino a construir el mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.

Erick Acevedo Valenzuela.


[1]: Bonanno, A. 1995. La Tensión Anarquista. Mariposas del Caos. Madrid.

[2]: «No Somos Nada» – La Polla Records.

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