Anarquismo Social en Barrios y Poblaciones

Propuesta metodológica para el trabajo político anarquista de carácter territorial que se inserta en el denominado Anarquismo Social.

Texto escrito por Raúl Ortega Mondaca el año 2012 que sintetiza una metodología de trabajo desarrollada la Corriente Revolución Anarquista (CRA), en diferentes sectores de la zona central de Chile.

Anarquismo Social en Barrios y Poblaciones.

Autogestión es la satisfacción de necesidades individuales y sociales, por parte de los propios afectados/as, sin que interfieran en esto, las lógicas del mercado o el poder, propias de la sociedad capitalista.

La autogestión constituye la propuesta de construcción social del anarquismo. Consiste en generar diferentes organizaciones sociales autónomas y horizontales, que se hagan cargo de las funciones sociales necesarias, sin la intervención de las instituciones capitalistas y sus lógicas de dominación, por lo que conlleva la organización y movilización de explotados/as y oprimidas/os, en función de sus propios intereses.

No se debe confundir la propuesta autogestionaria del anarquismo, con la construcción de “mundos paralelos” o “islas de libertad” al interior del sistema capitalista. Si las y los oprimidos/as comienzan a autogestionar sus necesidades, entrarán en abierta contradicción con las lógicas dominantes, tanto en términos simbólicos como materiales.

Simbólicamente, la autogestión exitosa de una necesidad social, deslegitima al orden imperante y su discurso de que no hay otras realidades posibles. Muestra con el ejemplo, un camino a seguir por el resto de oprimidos/as. Cuestiona la mercantilización de la vida, las jerarquías, la subjetividad capitalista, conlleva un cambio cultural importante de dimensionar y potenciar. Sin embargo en términos materiales, significa disputar y arrebatar la propiedad privada al Estado y a la burguesía, socializando los medios de producción y el capital existente en una sociedad.

Además, es necesario señalar dos elementos centrales de la propuesta autogestionaria del anarquismo: Por una parte se debe entender que la capacidad de autogestionar necesidades o funciones sociales, es directamente proporcional al grado de organización de las y los explotados/as y oprimidos/as. Si existen bajos niveles de organización, es decir, pocas personas organizadas u organizaciones débiles, sólo se podrán autogestionar algunas necesidades, sin entrar en confrontación explícita y directa contra el poder. Por el contrario, cuando los niveles de organización mejoran, el conflicto se hace evidente y progresivo.

El segundo elemento a destacar, es que la autogestión cumple un doble rol en el proceso revolucionario. Actualmente se levanta como forma de resistencia al capitalismo, satisfaciendo algunas necesidades mínimas para subsistir. Pero por otra parte, las experiencias de autogestión, por pequeñas que sean, constituyen proyecciones concretas de la sociedad que se desea construir. La autogestión en el capitalismo es una “gimnasia” que prepara a la clase oprimida y la inserta en el proceso revolucionario. Con cada experiencia de autogestión, por pequeña que sea, se está construyendo y desarrollando relaciones sociales horizontales, es decir, una nueva sociedad.

Para el anarquismo la revolución es aquí y ahora, no en un futuro lejano cuando se cumplan determinadas condiciones. Por esto, “fomentar toda clase de organizaciones populares es la consecuencia lógica de nuestras ideas básicas, y por lo tanto debería ser una parte integral de nuestro accionar… las y los anarquistas no quieren emancipar al pueblo; quieren que el pueblo se emancipe a sí mismo… queremos que la nueva forma de vida surja del pueblo y corresponda a su estado de desarrollo y que avance al paso que éste avance[1]”. En ese sentido, se requiere un anarquismo que esté inserto en las organizaciones y luchas de explotadas/os y oprimidos/as, que se preocupe de las necesidades y conflictos concretos de nuestra clase social, que proponga alternativas viables y legítimas a las contradicciones del capitalismo. Un anarquismo de cara a los movimientos sociales y luchas que damos como pueblo.

Sin embargo, el desarrollo del anarquismo social, es decir, de un movimiento político capaz de articular a diferentes segmentos de la clase explotada en un proyecto revolucionario de corte libertario, requiere superar tres desafíos que permanecen como pendientes en el movimiento anarquista local:

  • Será necesario cambiar el público objetivo de nuestras actividades, convocatorias y propaganda. Será necesario evitar las acciones dirigidas exclusivamente al movimiento anarquista o antiautoritario (las y los convencidos/as). Es necesario dejar de construir un gueto de iluminados/as y atreverse a dirigir nuestro accionar al común de las personas explotadas y oprimidas. Tenemos que aprender a trabajar y desarrollar nuestros proyectos con personas que trabajan, estudian o están cesantes, con personas endeudadas, pobladores/as, niñas/os, jóvenes y adultos/as, es decir, con todas y todos quienes sufren las injusticias de este sistema y estén dispuestos/as a trasformar su realidad. Se requerirán nuevos proyectos y trabajos, dirigidos abiertamente a las comunidades de las cuales somos parte, vecinos/as, familiares, amigas/os, compañeros/as de curso y/o trabajo. Con ellas y ellos, debemos construir organización social autónoma y horizontal, con ellas y ellos debemos autogestionar nuestras necesidades y pelear por nuestra libertad.
  • Necesitaremos ampliar y mejorar el diagnóstico que hacemos de la realidad, afinando nuestras críticas al sistema capitalista desde diversas perspectivas, incorporando antecedentes y diagnósticos locales a nuestros argumentos y análisis estructurales de la sociedad actual. Debemos generar propuestas políticas concretas y viables, que superen la repetición de principios y se nutran de la experiencia y creatividad de quienes desarrollan los diferentes trabajos y conflictos. Necesitamos poder mostrar propuestas concretas frente a los diferentes temas que surgen en los diferentes territorios o conflictos en los que nos desenvolvamos.
  • Se requiere una organización política anarquista específica grande y sólida. Una organización capaz de apoyar directamente diversos trabajos y proyectos desarrollados en diferentes territorios o comunidades, sin perder su cohesión interna ni su visión global de la sociedad actual. Necesitamos que la organización política crezca cuantitativa y cualitativamente, es decir, aumente su número de militantes y sus capacidades de análisis y acción. Necesitamos desarrollar procesos de formación militante, que permitan que cada uno/a de nuestros compañeros/as potencie sus habilidades teóricas y prácticas, transformándose en un aporte sustancial para los proyectos y trabajos en los que voluntariamente se integre. 

Asumiendo que estos desafíos aún no son superados, es necesario reflexionar críticamente sobre nuestra experiencia y desarrollar nuevos lineamientos que permitan a nuestra organización dar el salto que esta realidad exige. No nos hemos organizado por capricho o moda, sino con el fin de transformar esta sociedad, por lo que debemos adecuar nuestro funcionamiento y objetivos políticos a corto y mediano plazo, para conseguir este fin.

En este sentido, a partir de nuestras últimas reflexiones, surge la necesidad de potenciar nuestras prácticas y dirigir el accionar político de las organizaciones políticas libertarias hacia lo que hemos denominado Anarquismo Social[2]. Una propuesta política concreta que se adecua las características de sociedad chilena actual, justamente aquella que pretendemos transformar.

I. Desarrollo del Anarquismo Social.

Desde esta perspectiva, para desarrollar el anarquismo social que proponemos, resulta fundamental aumentar, diversificar y potenciar los trabajos y proyectos territoriales de los que somos parte. No basta con desarrollar sólo un proyecto en un lugar determinado, pues por exitoso que resulte, no es suficiente para articular a toda una clase ni mucho menos como para levantar alternativas políticas concretas para toda nuestra sociedad.

Tenemos compañeros y compañeras dispersos en diferentes territorios y contextos, muchos/as de los/as cuales quieren y pueden iniciar nuevos trabajos de carácter local y libertario, por lo que resulta urgente que la orgánica sirva de apoyo y fomente efectivamente estos trabajos. Es en este sentido, en que la organización política anarquista adquiere un carácter transversal, es decir, posibilita el apoyo mutuo y la coherencia entre el trabajo desarrollado en diferentes contextos y realidades.

El desafío de crecimiento ya está planteado, si queremos transformar esta realidad, debemos estar insertos/as y activos/as en diferentes sectores, aportando metodologías horizontales de trabajo, fortaleciendo la autonomía de las organizaciones sociales, agudizando los conflictos locales y manteniendo una mirada global de las problemáticas. De esa forma, transformamos en realidad nuestra consigna de organizar la lucha y construir autogestión.

Este es el motivo por el que necesitamos profundizar nuestra metodología de trabajo territorial, es decir, aquella pensada para el accionar anarquista en barrios y poblaciones. Específicamente, se propone una propuesta de trabajo, que sin caer en recetas mágicas, apunta a orientar nuestro accionar cotidiano gracias a un esquema sencillo y flexible, compuesto por los siguientes tres momentos complementarios:

1. Activación Social.

El primer momento de desarrollo del anarquismo social en barrios y poblaciones, consiste en la activación de la presencia anarquista propiamente tal, es decir, en el inicio del trabajo organizado y sistemático por parte de las y los militantes anarquistas en cada uno de los territorios.

Esta activación pasa en un primer momento por la iniciativa y voluntad individual de cada compañero/a, pero para obtener rendimientos políticos de dicho esfuerzo es necesario traspasar desde la voluntariedad individual al esfuerzo colectivo, políticamente planificado, consciente y sistemático en el tiempo. Es aquí donde la organización política debe aportar herramientas de trabajo y orientaciones claras de acuerdo a las necesidades y requerimientos de cada barrio o población. Entre las metodologías de trabajo sugeridas se puede señalar:

  • Delimitación del Territorio: El primer esfuerzo de activación política territorial, es la definición explícita de un sector determinado de acción, es decir, la definición de los límites del territorio donde se va a trabajar políticamente. Una población o parte ella, una comuna completa o los alrededores de una plaza constituyen unidades de trabajo absolutamente distintas de abordar, por lo que su elección debe responder a objetivos políticos concretos y a las capacidades humanas y materiales con los que se cuente. La idea es contar con una definición explícita de las calles o avenidas que enmarquen el territorio e incluso contar con un mapa del mismo, pues estas definiciones ayudarán enormemente al trabajo de convocatoria a actividades y/o a la propaganda que se realice en dicho sector.
  • Caracterización Social: El segundo esfuerzo de activación consiste en la elaboración de un diagnóstico social del territorio a trabajar, es decir, de la recolección y sistematización de información y antecedentes del sector específico donde se desarrollarán los trabajos. Este diagnóstico debe poner especial interés en las condicionantes materiales del territorio abordado, pues estas variables son mucho más fáciles de reconocer y detectar antes de iniciar los posibles trabajos. Cantidad aproximada de habitantes, nivel socioeconómico, acceso a servicios básicos, presencia de conflictos ambientales, etc. De ser posible, se recomienda complementar este diagnóstico con información referida a los niveles de organización y participación social de las y los vecinos, características de las escuelas y consultorios que atienden el barrio y toda la información que nos parezca relevante políticamente.
  • Catastro de Organizaciones: Un tercer elemento de activación consiste en la elaboración de un catastro lo más acabado posible, de las organizaciones políticas y sociales activas en el territorio. Este catastro debe diferenciar explícitamente entre las organizaciones funcionales a las lógicas del poder y aquellas que constituyen esfuerzos honestos de organización entre vecinos y vecinas. Para este catastro se requiere detectar la presencia de propaganda política en los muros de la población, estar atentos/as a las convocatorias a actividades abiertas en las sedes sociales o comunitarias y obviamente, conversar y preguntar sobre el tema entre nuestros/as conocidas/os.
  • Definición de Objetivos Políticos Locales: El tercer elemento de activación consiste en la definición explícita de objetivos políticos locales para guiar el trabajo a desarrollar a lo menos durante un primer periodo. La definición de estos objetivos supone tomar varias decisiones, por ejemplo, decidir si la activación política anarquista en el territorio se realizará a través de la incorporación de compañeros y compañeras a alguna organización social ya existente (junta de vecinos, club deportivo, comité de allegados/as, centro cultural, radio comunitaria, etc.) o a través de la conformación de una organización social nueva (colectivo barrial, centro social, escuela de baby-futbol, etc.). Obviamente, en la definición de estos objetivos también se deja claro cuáles son los temas que se abordarán durante el primer periodo de trabajo territorial (problemas de vivienda, educación libertaria, ecologismo social, etc.). En buenas cuentas, en la definición de estos objetivos el grupo de anarquistas de ese territorio adquirirá identidad y definirá tareas concretas para desarrollar. Es necesario señalar, que si bien hay múltiples posibilidades de objetivos, existen al menos tres objetivos políticos transversales a cualquier territorio: a) Instalar metodologías horizontales de organización social; b) Aumentar el número de personas organizadas; y c) Difundir las ideas y propuestas anarquistas en dicho territorio.
  • Desarrollo de primeras actividades: El primer momento de activación social de las y los anarquistas en un territorio, no se termina hasta lograr cierto desarrollo y sistematicidad de sus actividades y proyectos, es decir, mientras no logren efectivamente instalarse como parte de las organizaciones sociales del barrio y sus acciones sean públicamente legitimadas en el sector. Obviamente, el periodo de tiempo de esta activación no está definida a priori, sino que más bien dependerá de los objetivos políticos definidos y los resultados que se desprendan de los diferentes proyectos y actividades desarrollados.

2. Desarrollo de Organizaciones Sociales.

El segundo momento de despliegue del anarquismo social, consiste en el desarrollo de las diferentes organizaciones sociales en las que participan nuestros/as compañeras y compañeros. Este desarrollo conlleva los siguientes cuatro elementos complementarios

  • Crecimiento Cuantitativo: Es esperable que cuando una organización social trabaja sistemáticamente durante un tiempo, se levante como un legítimo espacio de encuentro social y/o comunitario, atrayendo a nuevas personas a sus actividades, e incluso a hacerse cargo de su gestión. Estas nuevas personas no necesariamente serán anarquistas[3], por lo que resulta fundamental, en un primer momento, distinguir los diferentes espacios de discusión y participación de la organización social propiamente tal, de los espacios de discusión y participación estrictamente políticos anarquistas en el territorio. No se trata de articular organizaciones separadas sino sólo de respetar la incorporación de nuevas personas a los espacios sociales en los que participamos. Obviamente, si la integración de estas nuevas personas resulta un aporte al trabajo organizacional y existe afinidad política hacia las ideas libertarias, será necesario abrir nuevos diálogos y espacios de integración de estas personas en lo político. En otras palabras, el trabajo cotidiano de una organización social comienza a ver sus frutos cuando nuevas personas se acercan y se hacen parte de ella, aumentando sus integrantes. También se aprecia este desarrollo cuando las y los anarquistas de un territorio aumentan en número y amplían su círculo de acción e influencia.
  • Desarrollo Metodológico: Uno de los principales aportes que el anarquismo entrega a las organizaciones sociales en las que participa, es la instalación de metodologías de trabajo efectivas y horizontales es decir, formas de funcionamiento que derriban las lógicas de poder e instalan la autonomía y la horizontalidad de la organización social como principios organizativos fundamentales. La independencia política y económica, la asamblea como espacio de discusión y toma de decisiones, la rotación de cargos y la autoeducación son elementos fundamentales y necesarios de desarrollar en las organizaciones sociales donde las y los anarquistas participan.
  • Sistematicidad del Trabajo: El desarrollo de la organización social conlleva la capacidad de funcionamiento constante y sistemático en el tiempo. Más allá de la generación de actividades puntuales o esporádicas, este segundo momento de desarrollo consiste en que las organizaciones en las que participan las y los anarquistas sean capaces de mantener su propio ritmo de actividades y funcionamiento de acuerdo a los temas y objetivos que desarrollen.
  • Politización: Finalmente, el funcionamiento horizontal y constante de una organización social debe ser complementado con la progresiva politización y posicionamiento de dicha organización en la lucha de clases que se desarrolla en nuestra sociedad. El trabajo cotidiano de una organización social autónoma y horizontal no sólo rompe con las lógicas del mercado y el poder, al autogestionar necesidades concretas cada vez más complejas, se está chocando de lleno con los pilares de la actual sociedad: la propiedad privada y el Estado. Cuando una organización social toma partido por la autogestión frente a los diversos temas que trabaja, no sólo apunta a generar cambios en el territorio sino a transformaciones estructurales en toda la sociedad.

3. Conflicto Social.

Si los dos momentos previos se desarrollan adecuadamente, las organizaciones sociales autónomas y horizontales en las que participan las y los anarquistas de un territorio determinado, podrán enfrentar y desarrollar diferentes conflictos sociales. Es decir, el tercer momento de desarrollo del anarquismo social consiste en la participación directa de las organizaciones sociales en los conflictos específicos que se desarrollan en su respectivo territorio.

Este es el momento en que explotadas/os y oprimidos/as se enfrentan directamente contra un municipio, carabineros, algún ministerio, empresas privadas u otras instituciones del poder. Es un momento de explicitación de los antagonismos de clase, un momento en el que probamos fuerza contra el Estado y el Capital en relación a un conflicto territorial puntual o sectorial.

En este momento incluso se podría apostar a la cohesión y solidaridad de diferentes territorios u sectores afectados por el mismo problema o conflicto. Claramente, este momento no puede ser improvisado ni apurado en el tiempo, pues de ser así, sólo constituirá una dolorosa anécdota que echará por tierra varios años de trabajo constante. La idea es consolidar experiencias, argumentos y fuerzas para lograr pequeños triunfos en estos conflictos locales o sectoriales, manteniendo siempre la mirada en objetivos aún más grandes y ambiciosos, que abarquen a toda la sociedad.

II. El Rol de la Organización Política Anarquista.

Frente a esta propuesta de acción que focaliza gran parte del trabajo en los esfuerzos territoriales de las y los anarquistas, resulta fundamental destacar tres importantes tareas propias de la organización política anarquista:

  • Articulación de Trabajos y Propuestas: La principal tarea de la organización política es fomentar, potenciar y articular distintos trabajos territoriales anarquistas. Obviamente, el primer paso de esta tarea es iniciar nuevos trabajos territoriales. Esto requerirá la voluntad personal y colectiva de las y los militantes, así como seguir reflexionando y profundizando sobre los elementos que se presentaron en este documento. Desde esta perspectiva, la tarea recién comienza.
  • Formación de Militantes: Es fundamental que la organización anarquista desarrolle esfuerzos concretos para desarrollar las habilidades y capacidades de cada uno/a de sus militantes. Estos procesos internos de formación y autoeducación, deben abarcar distintos ámbitos de desarrollo político, tales como conocimiento y manejo de teoría anarquista, capacidad de análisis político, uso del lenguaje oral, corporal y escrito, metodologías horizontales de trabajo, habilidades prácticas de diverso tipo, etc.
  • Propaganda Anarquista: Finalmente, resulta relevante que la organización política mantenga de forma constante y sistemática propaganda de las ideas y propuestas anarquista en los diferentes territorios donde se desarrollen trabajos. Esta propaganda puede desarrollarse a través de los más diversos medios (murales, afiches, papelógrafos, boletines, etc.), pero debe estar dirigida explícitamente al conjunto de vecinos y vecinas de cada territorio, evitando la sobre ideologización o principismo de sus consignas, lenguaje rebuscado o una estética demasiado confrontacional que restrinja su buena llegada.

[1] Vernon, Richards, “Malatesta, Vida e Ideas”, Ed. Tusquets, Barcelona, 1977, Pág. 90.

[2] El concepto de Anarquismo Social es a lo que comúnmente se conoce por “Anarquismo Clásico”, haciendo referencia a la construcción política que surgió en el seno del movimiento obrero de los Siglos XIX y XX. Posteriormente, se le agregó el “apellido” de “Social” para diferenciarlo de radicalmente de las vertientes nihilistas, individualistas y antisociales del anarquismo que sólo enfatizan el trabajo clandestino y la confrontación armada contra el Estado. De igual forma, el nombre enfatiza el carácter anarquista de nuestra propuesta, descartando de plano disfrazar al anarquismo en otras concepciones políticas.

[3] No es recomendable trabajar con militantes activos de partidos políticos (socialdemócratas o marxistas). La propuesta es invitar a las organizaciones sociales a personas que no asumen ninguna postura política, incluso a aquellas que desconocen el anarquismo. Precisamente esas personas explotadas y oprimidas que son relativamente despolitizadas, deben constituir nuestro público objetivo. Ellas y ellos son nuestros pares, con quienes convivimos y sufrimos las desigualdades del capitalismo, con ellas y ellos debemos organizarnos y liberarnos.

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