Brujas, Salvajes y Rebeldes. Mujeres Perseguidas en Ecuador

Un testimonio de la importancia de dar voz a las mujeres y comunidades cuyas vidas y culturas los colonizadores intentaron borrar.

Prefacio de Silvia Federici.

Brujas, Salvajes y Rebeldes” habla de nuestra necesidad, de nuestro deseo de repensar la historia de las luchas feministas y también de la persecución que las mujeres han sufrido, empezando por las cacerías de brujas que por tres siglos tuvo lugar en Europa y en las regiones que los europeos habían colonizado. Hay muchas razones de por qué esta historia debe ser recuperada. No solo se han borrado de la memoria colectiva las cacerías de brujas de los siglos XVI-XVIII, sino que las mismas «brujas» han sido grotescamente distorsionadas de maneras que validan las afirmaciones de sus perseguidores y solo evocan desprecio y repulsión. Al igual que el exterminio de la población indígena de las Américas, la tortura y ejecución de miles de mujeres nunca ha sido denunciada ni convertida en fuente de oprobio. Lejos de eso, se ha convertido en una fuente de diversión; por ejemplo, en Estados Unidos, ha inspirado un juego que se lleva a cabo cada año en el Día de Todos los Santos, cuando los niños van de casa en casa, a menudo enmascarados como brujas, cantando «truco o trato».

Transfiguradas en leyendas, mitos, cuentos imaginarios, las cacerías de brujas del pasado ahora constituyen un atractivo turístico en los pueblos y ciudades donde se llevaron a cabo juicios y ejecuciones. De hecho, fue la experiencia de entrar en tiendas que vendían «brujas» en muchas formas, como muñecas, imágenes pintadas en tazas, bufandas o paños de cocina, lo que motivó a algunas de nosotras a convocar un amplio proyecto feminista de reconstrucción de la historia de la caza de brujas, hecha «desde abajo», por las mujeres cuyas ancestras se vieron afectadas y que, hoy en día, todavía están en peligro de ser vilipendiadas, agredidas física y emocionalmente y, en algunos casos, eliminadas.

Así, en la primavera europea de 2019, más de un centenar de mujeres, entre ellas algunas de las autoras de Brujas, salvajes y rebeldes, se reunieron en Pamplona (España) para debatir los primeros resultados de este proyecto que ha llevado a grupos de mujeres, especialmente en España, a investigar los archivos históricos y preguntarse cómo el destino de las mujeres acusadas de brujería, a menudo quemadas en la hoguera, moldeó la posición social de las mujeres de las generaciones posteriores y cómo nos permite comprender la nueva oleada de violencia contra las mujeres que estamos presenciando actualmente en todo el mundo.

Brujas, Salvajes y Rebeldes” es una contribución importante a este proyecto. Atravesando siglos de la historia ecuatoriana, conectando el pasado y el presente, el libro revisita las muchas maneras en las que el Estado, la Iglesia o el capital se han apropiado y disciplinado el cuerpo de las mujeres como una condición clave de la explotación colonialista y capitalista. Nos muestra cómo, desde la época de la conquista hasta la entrada de los misioneros católicos a la Amazonía ecuatoriana del siglo XIX, la sujeción de mujeres a severos castigos por cualquier forma de «indisciplina» sexual fue una pieza central del poder colonial.

Pero como demuestran las autoras, la guerra contra las mujeres sigue siendo la política del Estado moderno, una nueva conquista colonial en marcha, esta vez de la mano de empresas extractivistas que buscan nuevamente despojar a las comunidades indígenas de sus territorios y culturas y justifican con la acusación de brujería la conquista como un proceso civilizador.

De esta manera, el libro es un testimonio de la importancia de dar voz a las mujeres y comunidades cuyas vidas y culturas los colonizadores intentaron borrar, no solo porque «somos las nietas de todas las brujas que no pudieron quemar» (como dice el lema), sino porque la caza no ha terminado, porque las mujeres siguen siendo acusadas de brujas y sometidas a una violencia institucional comparable a una cacería de brujas.

Brujas, Salvajes y Rebeldes” es también un poderoso ejemplo de una escritura de la historia que se niega a ver a las mujeres —perseguidas, vilipendiadas y silenciadas— como víctimas en primer lugar. Lo que conecta los múltiples textos recogidos en este volumen es la lucha incansable que han hecho las mujeres para liberarse y defender, además de las tierras y los territorios de sus comunidades, un mundo de conocimientos y culturas irreductibles a la lógica del mercado y que, gracias a estos esfuerzos, han sobrevivido hasta el presente.

Este es el mundo de las curanderas que le hablan a las plantas, de las parteras que alientan el canto en el proceso de parto, de las campesinas que han transformado la selva en un sistema de apoyo capaz de reproducir sus comunidades a través de los siglos. Esta cosmovisión, y las prácticas que genera, es el delito que a menudo ha sido perseguido bajo la etiqueta de «brujería» y uno de los muchos méritos de Brujas, salvajes y rebeldes es haber dado vida a las heterogéneas y diversas mujeres que han sido responsables de su conservación.

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