La Ecología de la Libertad de Murray Bookchin

Escrito en 1982, este libro plantea los fundamentos de la ecología social, una crítica radical a la forma como comprendemos y nos relacionamos con la naturaleza, así como también a los sistemas sociales de dominación, como el capitalismo.

“La Ecología de la Libertad” es sin duda, el libro más importante de Murray Bookchin (1921 – 2006). Escrito en 1982, plantea los fundamentos de la ecología social, constituyendo una crítica radical a la forma como comprendemos y nos relacionamos con la naturaleza, así como también a los sistemas sociales que han existido, entendiéndolos como expresiones de la dominación de unos pocos individuos sobre la gran mayoría de las personas.

El Problema.

Los planteamientos de la ecología social parten de la constatación de que nuestra sociedad está al borde de un colapso que puede conllevar la extinción de la humanidad y de muchas otras especies. Más aún, esta crisis, lejos de ser espontánea o natural, ha sido producida precisamente por nuestra forma de sociedad y no por nuestra especie, es decir, es socialmente construida y no racialmente determinada.

Bookchin sostiene que es un error pensar que las personas, como especie, hemos contaminado o destruido el planeta. Esto pues la gran mayoría de las personas no hemos sido parte de las decisiones que han generado los distintos problemas ambientales que, sin duda, van más allá que las diferentes expresiones del consumo individual o los hábitos personales de higiene. En palabras simples, la inmensa mayoría de la población no hemos decidido qué combustible utilizar o qué minerales extraer, tampoco hemos decidimos cómo funcionan las industrias alimentarias o sanitarias, no decidimos el tamaño de las ciudades ni la distribución de los recursos, más aún, cada uno de nosotros y nosotras ha sido excluido de prácticamente todas las decisiones de interés público por parte de unos pocos (grandes empresarios y gobernantes). Solo la elite de la clase dominante y los denominados Estados potencia como Estados Unidos o China, toman ese tipo de decisiones. Desde esta perspectiva, la crisis ambiental que nos tocó vivir es un producto directo de la forma de organizar nuestra sociedad, es decir del modelo de desarrollo capitalista y sus estructuras de poder.

Por este mismo punto, Bookchin sostiene que la crisis no puede ser resuelta por el mismo sistema social que la originó. Esto quiere decir que para sobrevivir, es necesario transformar la estructura y dinámica social, así como también, modificar la forma en que pensamos y comprendemos “lo natural”, “lo social” y cómo interactúan estos dos elementos.

Los planteamientos de Bookchin reconocen el carácter y uso social de las ciencias y la tecnología, reconociendo que hasta ahora los conocimientos teóricos y prácticos han estado al servicio de intereses políticos y mercantiles, lo que habría generado diversas consecuencias. Desde un punto de vista político y cultural, este uso de las ciencias y tecnologías han legitimado las jerarquías sociales, la sobreexplotación de los recursos y la concepción ético-valórica de que la humanidad puede separarse de lo natural y más aún, dominar a las otras especies y a las características del entorno.

La Ecología Social.

Frente a este panorama, la ecología social propone transformar la forma de entender la naturaleza y la sociedad, para lo que es necesario difuminar los límites impuestos tradicionalmente por ciencias como la biología y la sociología. Bookchin plantea que naturaleza y sociedad están unidas dialécticamente, se requieren mutuamente para concretarse. La naturaleza permite el desarrollo de lo social y lo social transforma la naturaleza, que continúa permitiendo lo social recursivamente. Desde esta perspectiva, los ecosistemas tienen historia, es decir, poseen pasado, presente, devenir, desarrollo, conflicto e interdependencia. Por esto, la ecología debe abordar “el carácter, la forma y estructura de la relación que la humanidad mantiene con otras especies y con el sustrato inorgánico del entorno biótico”, es decir, debe preocuparse por el vínculo entre lo natural y lo social, y cómo se producen y reproducen mutuamente ambos elementos.

Lamentablemente, para intentar comprender el mundo natural, la ciencia biológica ha trasladado concepciones sociales como “la jerarquía” al mundo natural, imponiendo categorías humanas al comportamiento animal y/o vegetal.

Bookchin sostiene que las jerarquías son estructuras sociales que van más allá de los individuos que las encarnan, por lo que un ejemplo paradigmático de ellas, serían las estructuras de mando militar, presentes en los ejércitos y cuerpos de policía. Estas líneas de mando y obediencia existen más allá de las personas específicas en una situación determinada, es decir, cualquier oficial puede impartir instrucciones a los soldados de su batallón y éstos deben obedecer. Por otra parte, los soldados del batallón no pueden llegar a ser oficiales (mandar) por iniciativa propia, sino que pueden serlo solo cuando los propios oficiales se los permitan, es decir, esto no depende de sus características o competencias personales, sino de la voluntad o criterio de quienes mandan, es algo que sobrepasa a los individuos específicos, lo que constituye finalmente, una estructura jerárquica.

Esto es muy distinto a lo que ocurre por ejemplo, en una manada de lobos. En la manada efectivamente existe un lobo alfa que ejerce dominio sobre los demás miembros del grupo, este dominio lo obtuvo gracias a sus características y competencias individuales, por haber derrotado o reemplazado al lobo alfa anterior. Cualquier lobo podría competir o llegar por diferentes circunstancias a ser el alfa, dependiendo de sus propias características y/o competencias, la relación de mando no se institucionaliza sino que fluye entre los individuos del colectivo, constituyendo una situación muy diferente a lo descrito en los ejércitos.

Obviamente, esto no niega la existencia de relaciones de dominación entre los animales, sino que cuestiona que esas relaciones se transformen en jerarquías. Bookchin sostiene que la naturalización de las jerarquías en el mundo natural, conlleva de forma ideológica la legitimación de las jerarquías sociales, por lo que desde una mirada ecológica, necesitamos desnaturalizar estos conceptos, así como también reconocer el dinamismo y la interdependencia de las relaciones entre individuos, entre especies y entre la naturaleza y la sociedad. Es un interesante y profundo libro, que no sólo abrió un nuevo ámbito del conocimiento sobre temas ambientales, sino que además nutre el posicionamiento que los movimientos sociales críticos al capitalismo pueden adoptar frente a la crisis ambiental de la que tanto se habla.

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