De la Barricada a la Olla Común

Si deseamos crear un mundo nuevo debemos ser capaces de aportar en los que nos sea posible, ser flexibles y atrevernos a pasar del fuego de una barricada al calor de las ollas con comida hirviendo, ambas instancias son sumamente importantes, tanto como muchas otras.

Experiencias y Desafíos del Anarquismo Social en la Acción Barrial.

Contextualizando

La crisis sanitaria desatada por el COVID-19 ha sido una de las más fuertes en la historia, su rápida propagación junto con las ineptas medidas tomadas por los estados, como los de Brasil, Estados Unidos o Chile, por nombrar algunos, no han hecho más que empeorar la situación de las personas; debido a que estos 3 países tienen en común que sus decisiones las tomaron bajo criterios económicos y políticos pero no sanitarios, preocupándose así de que las empresas no perdieran dinero en vez de que los/as trabajadores/as y sus familias tuvieran un pan para llevar a sus mesas.

Sumada a esta crisis sanitaria mundial, se le agrega la crisis política en Chile, la cual estuvo reflejada en el Estallido Social del 18 de Octubre, en donde cientos de miles de personas salieron a las calles exigiendo mejoras en sus condiciones de vida. Al ritmo de protestas y de ataques a la policía, esta situación duró bastantes meses, y durante el verano hubo una suerte de “descanso”.

Cuando el pueblo estaba retomando con mayor fuerza las calles y el Estallido Social “2.0”, que tanto se esperaba, se vio frustrado por la campaña del terror relacionada con el virus, la cual fue ampliamente publicitada por los medios oficiales.

Al mismo tiempo, Piñera no dudó en imponer el toque de queda y sacar a la fuerza militar, quienes con fusiles en mano realizan controles sanitarios a las personas. Sumado a esto, hizo que Santiago Centro, punto neurálgico de la revuelta, entrara de inmediato en confinamiento, teniendo esta comuna una de las cuarentenas más largas del mundo registradas hasta la fecha [1].

Gracias a la pandemia es que se comienzan a evidenciar las carencias de un modelo que se cae a pedazos, en donde el colapso del sistema de salud, educacional y laboral era inminente. Hospitales y clínicas colapsadas, los/as niños/as y jóvenes estudiando por internet, los/as trabajadores/as quedaron sin trabajo o contratados/as pero sin goce de sueldo y las despensas se comenzaron a vaciar.

Sumado a esto, es que se acrecentaron aún más las responsabilidades de las mujeres, ya que debido a los roles de género hegemónicos y al patriarcado, se vieron expuestas a tener que asumir a tiempo completo la crianza, la educación online de niños/as, las labores domésticas y además tener que acudir al teletrabajo. Lo que es más grave aún, es que las denuncias por violencia intrafamiliar incrementaron en un alarmante 20% [2] según cifras oficiales, lo que probablemente no reflejen el porcentaje real de mujeres afectadas.

Acción Barrial y Olla Común ‘La Dignidad’

Por otro lado, desde los barrios más marginales y grises, floreció aquella instintiva solidaridad de clase que se vio totalmente potenciada con el Estallido Social y que le dio un mayor impulso a la gran cantidad de ollas comunes que se alzaron por los más diversos territorios en donde a base de apoyo mutuo y autogestión se llenaban los estómagos de vecinos y vecinas con sabrosas y creativas preparaciones.

Una de ellas fue la Olla Común ‘La Dignidad’, la cual desarrollaba sus tareas de forma sistemática los días lunes, miércoles y viernes en la Junta de Vecinos de una población en Renca, entregando así alrededor de ciento ochenta raciones de comida, las cuales incluían además del plato principal: ensalada, limón, jugo, postre o fruta y pan, todo esto por alrededor de seis meses.

En aquellas jornadas participaban los/as mismos/as residentes del sector, los/as cuales gestionaban la logística de los productos, las cantidades, preparaban la comida, la repartían y terminaban las labores limpiando y ordenando para el siguiente día de trabajo, ya que aquí la autogestión formó un factor clave.

La labor de difusión también fue importante para el éxito de la olla común, pues se pusieron en marcha los más diversos recursos: se pintaron lienzos, se pegaron afiches y se difundieron por internet, y además, un día antes pasaba alguna persona acompañada con un megáfono vociferando por la población que habría comida para las personas que lo necesitaran.

Experiencias y Aprendizajes

La importancia de estas instancias son sumamente relevantes puesto que en primer lugar permite que vecinos y vecinas se encuentren en un lugar, se conozcan y comiencen a tener dialogo entre sí. En segundo lugar, permite ampliar las instancias de organización y planificar otras actividades.

Así fue como realizamos el Día del Niño y Niña en donde nos disfrazamos y, respetando las medidas sanitarias, entregamos bolsas con dulces y juguetes a los/as más pequeños/as de la población, por medio de un divertido y colorido pasacalle popular en donde disfrutaron grandes y chicos/as.

Y no solo eso, además se realizaron instancias de autofinanciamiento, en momentos distintos a los que se hacia la olla común, lo cual nos permitió adquirir un horno industrial y una congeladora para poder aumentar la variedad de preparaciones a realizar y mejorar la logística de almacenaje de los productos que se cocinaban cotidianamente.

Por otro lado, también permitió la discusión política de ciertos asuntos, en donde pudimos reconocernos, compartir vivencias y criterios a partir de los diversos sucesos ocurridos en Chile durante el tiempo que duró la olla común.

En ese sentido, hablamos sobre el retiro del 10% de las AFPs, conversamos sobre los femicidios y la violencia machista, la conmemoración del 11 de Septiembre y de muchos otros temas en donde muchas veces nuestras conclusiones y análisis terminaban en palabras de desprecio hacia la clase política y los ricos. Gracias a esas discusiones es que se generaron diversos panfletos, los que eran repartidos a los/as asistentes que iban a buscar sus almuerzos.

Así mismo, es que también logramos generar otras instancias de encuentro distintas a las que se hacen de día, los cacerolazos, las barricadas y los gritos de protestas también marcaron las noches de la población, en donde los mismos pobladores y pobladoras, por iniciativa propia, se motivaban y encargaban de realizar. Estas manifestaciones lograban movilizar a varias personas las que se reunían y profundizaban su complicidad al calor del fuego y al ritmo de las cacerolas y los gritos.

El llevar a cabo estas instancias y participar activamente dentro de ellas no es más que la consecuencia lógica de nuestras ideas, es llevar a la práctica la teoría acumulada en nuestro librero. Así en comunidad aprendimos a trabajar en conjunto, dividiéndonos el trabajo sin diferencias de género, aplicando creativas metodologías de juego, planificando las jornadas de forma horizontal y protestando por las injusticias de este sistema.

Por otro lado, tener el desplante para proponer y hablar frente al resto, opinar, sugerir, criticar, y estar dispuestos/as a poner las manos a trabajar, puede generar un gran acercamiento hacia la comunidad pues esto demuestra la disposición a no solo pensar en hacer de forma distinta las cosas sino también en hacerlas mejor.

Sumado a esto, es necesario comprender que nadie es ajeno al Capitalismo, al Estado y al Patriarcado, y que estos se encuentran tan arraigados dentro de nosotros/as y en las personas que nos rodean que es sumamente complejo el darse cuenta de ese tipo de comportamientos, y más aún el tener la disposición para cambiarlos.

Comprender aquello resulta fundamental para “bajarse” de aquella nube desde donde muchas veces miramos a las personas por sus actitudes. Por lo tanto, se vuelve necesario romper con nuestra burbuja social para lograr establecer acuerdos mínimos para trabajar y lograr llevar a cabo acciones organizativas de mayor envergadura.

No obstante, no dejaremos de lado estas contradicciones y tensiones, sino que las trabajaremos con aquellas personas mientras nos conocemos, mientras conversamos y compartimos cotidianidad. Porque de lo contrario solo será una imposición forzosa e incómoda que mermará toda posibilidad de acción y, que en vez de unir al grupo, lo separará, generando muchas veces conflictos irreconciliables y hasta dolorosos.

Por esta razón es indispensable el que nuestras acciones nos las tomemos en serio y que nuestras responsabilidades las cumplamos en los tiempos correspondientes, el enseñar con el ejemplo es una de las cosas más potentes y que más valoran las comunidades en general, debido a que las personas son lo que hacen, no lo que dicen ser.

Es por esto que si deseamos crear un mundo nuevo debemos ser capaces de aportar en los que nos sea posible, ser flexibles y atrevernos a pasar del fuego de una barricada al calor de las ollas con comida hirviendo, ambas instancias son sumamente importantes, tanto como muchas otras.

Desafíos

Por otra parte, el trabajo en este territorio recién comienza pues somos un sector que no se encuentra “politizado” y no contamos con una perspectiva explícitamente clasista como sí lo podrían ser algunas de las poblaciones más emblemáticas y combativas del gran Santiago.

Sin embargo, contamos con bastante legado histórico el cual además es bastante interesante pero este se ha ido difuminando con el tiempo, y ciertos detalles se han ido perdiendo con las nuevas generaciones. Por lo tanto, recuperar esa memoria es una tarea fundamental para reconstruir la identidad de la comunidad y potenciarla con el trabajo actual para obtener nuevos frutos.

Asimismo, la cantidad de personas interesadas en participar de acciones comunitarias es bastante baja debido a que se han acercado algunas organizaciones y/o personas, pero solo han buscado un beneficio personal más que el crecimiento cualitativo de nuestra población. Por lo tanto, es necesario y se vuelve casi una obligación, el ser sumamente transparentes con nuestros/as vecinos/as para que así podamos demostrar, como lo hicimos en la Olla Común, que no existen dobles intenciones por detrás.

Sumado a lo anterior, es que las personas aún creen que sus dificultades las solucionarán de lleno el municipio o el gobierno, aun cuando estos llegan tarde, mal y nunca. Por lo tanto, parte de nuestra tarea es incitar a la gente que resuelva sus problemas por ellos/as mismos/as sin la necesidad de intermediarios y así evitar que las iniciativas autónomas sean cooptadas por iglesias, partidos políticos o el Estado.

Para finalizar, es necesario comentar que la Olla Común ya no se encuentra funcionando, pero puso contenta a mucha gente de la población, a través de un chiste, un plato de comida o una sonrisa cómplice bajo la mascarilla. Fue un trabajo bastante interesante pero también con las complejidades propias de cada proyecto, sin embargo, fue algo pionero en nuestro territorio ya que luego de muchos años de hermetismo entre los/as vecinos/as, estos/as se volvieron a reencontrar y a cruzar miradas.

Aunque fue una constructiva y linda experiencia, somos realistas y comprendemos que para nuestro objetivo final aún queda mucho camino por recorrer, muchas alegrías y muchos tropiezos por vivir. Sin embargo, ya nos atrevimos a dar el punta pie inicial, así que ahora seguiremos levantando y participando de las instancias que aparezcan como también estaremos constantemente suscitando y agudizando los conflictos entre clases, porque no nos detendremos hasta obtener la victoria.

Erick Acevedo Valenzuela.

¡Solo el Pueblo Ayuda al Pueblo!
¡Solidaridad entre Vecinos/as, Guerra entre Clases!


[1]: La Tercera: https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/fact-checking-santiago-tiene-una-de-las-las-cuarentenas-mas-extensa-del-mundo-cientificos-dicen-que-jugar-en-plazas-y-parques-no-es-riesgoso/TMXE3U4VOZDN7FRLQCTVRCQV3Q/

[2]: T13: https://www.t13.cl/noticia/nacional/mascarilla-19-violencia-coronavirus-27-04-2020

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